Han abierto hace escasos meses. Me enviaron una carta para presentarse. No han salido en prensa. No han contratado ninguna agencia.
Isaac y Jesús han vuelto a su pueblo. Allí tenían y tienen una panadería de toda la vida que funciona muy bien. Pero sus padres les animaron para dar un salto y desarrollarse profesionalmente. Ambos han estado bajo las órdenes de Santi Santamaría. No está nada mal como escuela. Y ahora tienen su propio restaurante, Palio.
Lo que más me llamó la atención fue su servicio en sala. Tan esmerado, cumplido y profesional que impresiona. No recuerdo ningún restaurante tan atendido y tan bien atendido.
La cocina no se queda atrás y Jesús, que se responsabiliza de los fogones, ha sabido encontrar el punto medio de un camino difícil, el que une la nueva gastronomía de calidad con las necesidades y expectativas de un pueblo toledano.
Nos encantaron su tartar de langostinos, sus codornices con queso de cabra, sus raviolis de cigala, el risotto con abundante azafrán, su perdiz con pisto y su salmón al papillón. Lo acompañaron, abundantemente, de los vinos de sus vecinos Bodegas Ercavio. Todo un festín.
Un lugar un tanto perdido para una buena y no demasiado ambiciosa apuesta gastronómica, digna de conocer, especialmente por su gente. Que sigan así, fieles a sus ideas y llenos de ilusión. Enhorabuena y mucha suerte.
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